La Costa del Mar de Aral

Es difícil creer que en el lugar del abrasador desierto árido, hubo una vez un verdadero mar, el cuarto más grande del mundo. Grandes barcos pesqueros navegaban por ella, sus olas golpeaban los acantilados de la costa y cientos de turistas acudían a sus playas para bañarse y tomar el sol.

A un lado está el Karakum, al otro el Kyzylkum, y entre ambos el Mar de Aral, o más bien su fondo. Ahora este lugar se llama Aralkum o Nuevo Desierto y ocupa 54 mil metros cuadrados. Decenas de barcos están amarrados aquí para la eternidad, convirtiéndose lentamente en un cementerio oxidado. Caminando de barco a barcaza uno se da cuenta de que cada barco tenía su propia historia, cada uno tenía su propio capitán. Y ahora es un cementerio de barcos, que recuerda a un paisaje distópico.

Todo esto se puede ver en la ciudad de Muinak, en la orilla sur del Mar de Aral. Hace medio siglo, era el mayor puerto de Uzbekistán, donde llegaban los barcos de pesca, donde funcionaba la mayor planta de procesamiento de pescado y donde las numerosas playas con instalaciones recreativas eran muy populares. Muynak estaba completamente rodeado de agua y se podía llegar a él en avión o en barco. El Mar de Aral retrocedió casi 200 km, dejando atrás un desierto sin vida.

El mar comenzó a secarse en 1970 y en 1980 su nivel había descendido tanto que se dividió en dos partes: el Gran y el Pequeño Aral. Las imágenes de satélite de la NASA muestran claramente cómo se está secando el mar de Aral. En 2014, sólo quedaba un 10% del mar y la salinidad del agua había aumentado de 14 gramos por litro a 100 gramos por litro. Esto ha tenido consecuencias catastróficas. El clima de la región del Mar de Aral ha pasado de ser templado a ser marcadamente continental.

Se desconocen las razones de la desecación del mar. En su momento, se extendió la versión de que el agua del Amu Daria y del Sir Daria se utilizaba indebidamente para el riego y la irrigación. Sin embargo, posteriormente se llevaron a cabo investigaciones en el lecho marino desecado, que demostraron la existencia de asentamientos medievales de los siglos XII al XVI. Se han encontrado viviendas, talleres de artesanos, enterramientos y objetos domésticos. Los científicos han establecido que el mar había estado presente aquí mucho antes de los asentamientos, que desaparecieron como resultado de las inundaciones. El yacimiento arqueológico recibió el nombre de Aral-asar.

El fondo del mar de Aral es realmente misterioso; algunos científicos lo comparan con la Atlántida. Además de antiguos asentamientos en el lecho marino, también se han descubierto formas geométricas, que muchos consideran un mensaje de una civilización extraterrestre o escritos antiguos. Se encuentran en una amplia superficie de casi 20 metros cuadrados, y son líneas paralelas que crean ciertos dibujos y símbolos.

Puede ver los misteriosos dibujos, las salinas venenosas y lo que queda del Mar de Aral en helicóptero. Para ello, hay que volar hacia el oeste, hacia el Gran Mar de Aral. Abajo se pueden ver interminables paisajes marcianos, miles de hectáreas de depósitos de sal blanca, donde no es posible la vida. De vez en cuando uno puede encontrarse con hileras de saxos, por lo que se puede saber que es obra del hombre. Sorprendentemente, con gran dificultad, los uzbekos, tratando de evitar la catástrofe del Mar de Aral, plantan saxaul en el típico desierto, creando oasis verdes.

Al volar, se puede ver el mar, que en su día fue el más limpio y claro del mundo. Cerca del mar de Aral cualquiera puede alojarse en un campamento de yurtas y sentir el sabor de la cultura karakalpak. Y luego está la isla Vozrozhdeniye, en el distrito de Muynak, el lugar más cerrado y misterioso del mar de Aral.

Muinak se ha transformado en los últimos años. Además de su puerto marítimo, antaño perdido, el distrito Tyane algo que sorprender a los visitantes del país. Por ejemplo, la deliciosa cocina de Karakalpak, la hospitalidad, las interesantes tradiciones nacionales y, sencillamente, gente amable que sabe de primera mano lo que significa preservar y apreciar el bien humano aparentemente más básico: el agua!

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