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Las muñecas nacionales uzbekas, clave para conocer la cultura del país

De niños, a todos nos gustaba jugar con muñecas. Especialmente en las niñas, reflejan los sueños de la infancia y forman las primeras ideas sobre la belleza y la maternidad.

El arte de hacer muñecas tiene un lugar especial en Uzbekistán. Existe la creencia de que las primeras muñecas en el territorio del actual Uzbekistán fueron traídas por los antiguos griegos, en la época de Macedonia. Pero no se han generalizado y se han olvidado. Con la llegada del Islam a Asia Central, se prohibió la fabricación de muñecas, ya que era imposible representar un rostro humano en cualquier lugar.

Sólo en la época timurí apareció un gran número de titiriteros enmascarados para entretener a los habitantes de Maverannahr en las plazas y mercados. Aquí comenzó la historia de las marionetas en Uzbekistán.

Las primeras marionetas de Asia Central se hacían con cualquier material que estuviera a mano: paja, junco, papel maché, madera y, mucho más tarde, con arcilla y cerámica. En particular, cada región de Uzbekistán desarrolló su propio estilo de fabricación de muñecas. Los personajes de las muñecas eran muy diversos: personajes de cuentos de hadas y epopeyas populares. Por ejemplo, el querido Khoja Nasreddin Afandi, Palvan-kachala y la hermosa Bikyakhon.

En la década de 1940, Uzbekistán puso en marcha el Teatro Republicano de Marionetas en Tashkent, que sigue funcionando en la actualidad. Han llegado hasta nuestros días diferentes tipos de marionetas: las de guante, las de marioneta, las de bastón y las de montar.

Hoy en día, la marioneta nacional uzbeka es una clave para conocer la cultura e historia únicas del país. En manos de un maestro titiritero, transmite la atmósfera y los sentimientos espirituales del autor de una obra.

El arte de hacer muñecas en Uzbekistán se ha transmitido de generación en generación. Gracias a los esfuerzos de los kugirchokboz (maestros de marionetas) contemporáneos, se han recuperado tradiciones únicas de fabricación de marionetas.

Entre estos maestros ocupa un lugar especial Mansur Kuryazov, un artesano del distrito de Khonkinsk, en la provincia de Corasmia. Prepara sus obras especialmente para el legendario Teatro de Marionetas de Jiva.

La singularidad de su creación es que, además de bordar y hacer marionetas, enseña a hacerlas él mismo.

Los trajes de las muñecas de Uzbekistán se confeccionan en su mayoría con tejidos nacionales. Estas muñecas pintadas con colores brillantes se han convertido desde hace tiempo en un recuerdo tradicional uzbeko, que se puede comprar al viajar a cualquier ciudad de Uzbekistán. Las muñecas más caras han llegado a utilizarse como un mueble digno en el hogar o la oficina.

La escuela de marionetas de Bujara también ocupa un lugar destacado.

Los maestros de las marionetas de Bujara han estudiado durante mucho tiempo la historia del traje de Bujara, y utilizan la técnica tradicional de corte de ropa, bordado en oro y tejidos de Bujara. Por ejemplo, en el centro de Bujara, no lejos de la plaza Labi-Hauz, hay un museo y un taller de muñecas únicos.

El maestro del taller se interesó por este oficio hace 20 años. Llevaba muchos años coleccionando muñecas antiguas, viajando por muchos países, y empezó a fabricarlas.

El museo muestra muñecas históricas, mientras que las imágenes muestran las primeras muñecas de terracota de hace miles de años. El propietario del taller del museo contará a todos los visitantes la historia del origen de las muñecas en Asia Central y su papel en la vida de la gente. Y en pocos minutos puedes incluso aprender a manejar estos muñecos y convertirte en un auténtico titiritero. Puedes aprender el proceso de fabricación de las muñecas de Bujara subiendo al taller.

Hoy en día las muñecas no son sólo juguetes, sino un elemento de cultura único, y un buen regalo para todo viajero que quiera conocer las tradiciones y la artesanía popular de un país desconocido.

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